Apple ha lanzado su tan esperado visor de realidad mixta, el Vision Pro, marcando un hito en la era de la “computación espacial”. Este dispositivo de $3,500 dólares (versión de 256gb) promete llevar la realidad virtual a nuevas alturas con sus 12 cámaras, sensor LiDAR, seis micrófonos y una cámara TrueDepth. Con dos pantallas micro-OLED de 4K, el Vision Pro recrea el mundo real con una asombrosa resolución de 23 millones de píxeles y la característica distintiva de video en tiempo real, permitiendo a los usuarios ver su entorno mientras usa el visor de realidad virtual mixta.
El costo del futuro
Sin embargo, surge la pregunta crucial: ¿vale la pena el Vision Pro y su impacto potencial en el cerebro? Un análisis de los estudios realizados por investigadores de Stanford, que probaron auriculares similares con capacidades de video en tiempo real, plantea preocupaciones significativas. Se encontró que la tecnología de video en tiempo real introduce distorsiones, haciendo que los objetos cercanos parezcan inusualmente grandes y generando dificultades en actividades cotidianas como comer.
Los participantes en el estudio también subestimaron distancias y experimentaron síntomas de mareo, náuseas y dolores de cabeza al quitarse el visor, indicando un posible impacto negativo en la salud mental. Además, los efectos sociales fueron notables, ya que los usuarios se sintieron autoconscientes y experimentaron lo que los investigadores llamaron “ausencia social“, donde las interacciones públicas parecían más una experiencia de ver televisión que una comunicación cara a cara.
A pesar de las cautelas expresadas por los estudios de Stanford, la demanda del Vision Pro ha sido notable, con informes que sugieren que Apple ha vendido hasta 200,000 unidades en la preventa. Esto plantea la pregunta de si la fascinación por esta nueva tecnología supera las preocupaciones potenciales.
El lanzamiento del Apple Vision Pro genera entusiasmo, pero también suscita interrogantes sobre los posibles riesgos para la salud cerebral y social. ¿Vale la pena invertir en esta nueva era de “computación espacial“? La respuesta parece depender no solo de la fascinación tecnológica, sino también de la disposición a enfrentar los desafíos psicológicos y sociales que estos dispositivos podrían plantear en la vida cotidiana.